Me pareció buena idea acompañar a Chen a su pueblo natal en la provincia de Hunan. Resulta que allí se celebra el “Chinese Row Year” y yo lo que necesitaba era un buen fiestón. Después de un empacho de dim-sums, su familia me dio un sobre rojo con dinero (se ve que es tradición) y yo, con la luna nueva y disfrazada de perro, me pegué el festival de los faroles más heavy de mi vida.

Me presentaron a Nian, una bestia que venía a asustar y a atacar, aunque sinceramente, yo creo que venía de buenas y a bailar. Total, que me marqué con él la Danza del dragón para ahuyentar a los malos espíritus y oye, no sé si fue por los farolillos y el color rojo o por los varios Baijius que me ofrecieron, pero la felicidad y la vitalidad formaban parte de aquella locura de celebración.

¿El cierre? ¡El cierre sí que fue LA GRAN TRACA FINAL! La madre de Chen me dijo: “BIENVENIDO a China. Nuestra cultura dice: cuanta más gente y alboroto haya, mayor prosperidad tendremos” — Yo me lo tomé al pie de la letra y lo celebré en elrow, con miles de personas y haciendo mucho mucho ruido! —